El sábado estuvimos en Sigüenza, que ya conocíamos, pero hicimos de anfitriones de mis cuñados que era la primera vez que la visitaban.
Por la tarde llegamos a Imon, un pequeño pueblo de calles empinadas y casas convertidas en casas rurales. Nos alojamos en el Hotel Salinas de Imon, una casona convertida en hotel que conserva su espíritu señorial con gruesos muros de sillares y mampostería. Nuestra habitación "Banderas" presidida por una impresionante cama de madera con dosel y que conserva una antigua mirilla en el suelo por la que se ve la entrada del hotel.
Imon es famosa por sus salinas de origen romano, hoy en día abandonadas pero que en otro tiempo fueron de las más importantes de España y que ahora quieren de nuevo impulsarlas y restaurarlas. Están catalogadas como "Bien de Interés Cultural", con categoría de monumento.
La iglesia es de estilo renacentista pero no pudimos visitarla ya que se encontraba cerrada y daba la impresión de que se celebran pocos cultos pues el exterior estaba muy descuidado.
El domingo después de un paseo contemplando las maravillosas vistas de los alrededores y un suculento desayuno en el Hotel visitamos la villa de Atienza . Un pueblo que ha sabido conservar su espiritu antiguo en todos sus monumentos y edificios. Impresionante su plaza. Desde la falda del castillo se pueden admirar unas maravillosas vistas.
Después visitamos Jadraque, nada que reseñar, es un pueblo completamente rehabilitado. Nos cayó nada más llegar una gran tromba de agua y granizo.
Después de dar cuenta del asado de cabrito que da fama al pueblo regresamos a Alcalá.